La historia de Halloween se remonta a más de 2.500 años. Cuando el año
celta terminaba, al final del verano, se celebraba el festival de
Samhain, el preciso día 31 de octubre de nuestro calendario. El ganado
era rejuntado de los prados en los establos. Ese último día,
al caer la noche, se celebraba la fiesta de los muertos y se suponía
que los espíritus de éstos podían salir de los cementerios y apoderarse
de los cuerpos de los vivos para resucitar. Para evitarlo, se hacían
hogueras enormes y los druidas hacían conjuros. Se decía que durante esa
noche los hechizos y la magia eran más potentes que en cualquier otro
día del año. En los poblados celtas ensuciaban las casas y las
"decoraban" con huesos, calaveras y demás cosas desagradables para que
los muertos pasaran de largo asustados y así evitar ser desposeídos de
sus cuerpos por los espíritus de los muertos.
Cuando los
romanos conquistaron a los celtas, parte de esta celebración a los
muertos pasó a la Roma cristiana. En el siglo IV DC en Roma, el
cristianismo trató de acabar con todas las cosas paganas y las
religiones antiguas. Pero los celtas no podían dejar del todo sus
costumbres, así que la iglesia cristiana les cambió el nombre de Samhain
a All Hallow Eve y la razón de esta celebración se convirtió en la
adoración cristiana de todos los mártires. La iglesia cristiana del
siglo VII celebraba el día de Todos los Santos en Mayo, pero la gente
seguía esperando la llegada de fantasmas el 31 de octubre, así que la
fiesta a los santos fué cambiada al 1 de noviembre.
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